11 de julio de 2015

El viejo molino

Me había perdido, vamos a ser claros. Mi afán por querer ser más aventurero de lo normal, hizo que me saliera del camino marcado. Al fin de cuentas, ¿a quién le gusta seguir los mismos pasos que los demás? A mi desde luego que no. 
Pero, me había perdido, no lejos de asustarme, seguí con un paso firme a través del trigo y de aquellas altas y malas hierbas que no me dejaban ver mas allá de mis pies. Por mucho que saltara tampoco veía nada, solo me quedaba dos opciones: Seguir adelante o seguir adelante, así es como yo lo veía. 
A esta hora debería ya estar en casa, pero, tendría que esperar. A lo lejos sonaba el campanario del pueblo...hasta 9 campanas logré escuchar. Mierda, sin duda era ya tarde. 
Mis pies y mis manos empezaban a cansarse después de tanto aplastar las hierbas que me impedían mi paso, y a pesar de la poca luz que me quedaba del día, notaba que en mis manos había mucha humedad de la normal, no quise mirar pero, yo sabía que tenia la mano ensangrentada y llena de cortes.
Aún conservaba la calma y a medida que caminaba, solo quería saber a donde iba a parar. La Luna ya asomaba con su luz, y con ello las criaturas nocturnas comenzaban ahora a despertarse. 
Y a partir de aquí todo fue distinto, mis sentidos dejaron de fiarse de mi vista, ya que en la oscuridad total de la noche, no me servía de mucho. Mis otros sentidos, se agudizaron y es entonces cuando empece a preocupar. Escuchaba los ruidos de la noche, las hierbas se movían a mi alrededor y las aves nocturnas comenzaban a patrullar. Mis pies pisaron una gran variedad de sonidos viscosos, que aún hoy en día no quiero recordar ni saber que es lo que pisé, solo se y recuerdo que fue muy desagradable y con cada pisada mis ojos se cerraban para evitar mirar hacía abajo. 
Mi corazón y respiración, llego un punto en el que era ensordecedor, en el silencio de la noche era lo único que escuchaba, y a partir de aquí, empece a correr.
Me caí, muchas veces, más de las que no me gustaría decir. Pero dentro de mi, en algún punto de mi estupidez, lo que me estaba pasando, lo disfrutaba. A pesar de todo yo era feliz, a pesar de que estuviera al borde del llanto, era feliz. Ya que estaba viviendo mi propia aventura.

Y entonces, las hierbas dejaron de ser tal altas como yo, para dejar paso a un gran claro donde en el medio de este claro, solo había una cosa. Un viejo molino, abandonado.
No me preguntes el por que, tal vez la curiosidad de un niño de 11 años le llevo a ir hasta allí, o tal vez la estupidez. Solo se que el molino me llamaba. 
Medio molino se caía a pedazos, y desde afuera aun se podía ver como la luz de la Luna entraba por el molino. 
Decidí entrar y mirar. Mientras mas me acercaba, mas dejaba de escuchar a las aves nocturnas, a esos mamíferos de campo tan peludos y asquerosos y dejaba de escuchar también a la voz de la razón.

Me acerqué a la puerta del molino y allí en la misma puerta pude ver como la magia de la luz de la Luna ejercía su poder. Todo estaba bien iluminado, y a pesar de todo le daba un aspecto fantasmagórico. Ya que estaba allí no me iba a quedar en la entrada así que decidí entrar del todo y una vez dentro, todo cambio. Supongo que fue el viento o eso es lo que mi mente quiere explicar, pero ese viejo molino, sus ya viejas y destrozadas astas, volvieron a girar.
Recuerdo que sentí como toda la estructura, quería enseñarme a este visitante que, quería demostrar que a pesar de estar casi destruida aún funcionaba. Parecerá una locura, pero sentí lástima por ese viejo molino. Estaba asustado por completo, pero debajo de ese miedo, lo que sentía era pena y tristeza.
Después de gritar durante unos minutos por el pánico que sentí, mi cuerpo se tranquilizó y me senté hasta que el viento (o eso creo) cesó. 
Salí del molino y lo miré una vez más, y de nuevo, la magia de la Luna me ofreció visión de un camino para que pudiese volver a casa.

Después de aquello, cada noche de Luna llena volvía a realizar el mismo camino para encontrarme con la vieja estructura, y desde entonces el molino, volvía de nuevo a mover sus astas.

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