Y es en ese momento cuando en el suelo, empapado por la lluvia que cae fuera del castillo, me vuelvo a levantar para proseguir con la lucha, empuñando la espada y agarrando firmemente el escudo, para proseguir.
Después de escuchar:
"No te alejes..."
Acabo de descubrir tu blog por casualidad, y me gusta lo poquito que he podido cotillear. Te sigo!
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